El Perro como Terapia para Pacientes con Alzheimer

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Terapia con animales para pacientes con Alzheimer

La zooterapia,  o llamada caninoterapia es felizmente una terapia para todo tipo de enfermos o discapacitados. En este caso se ha descubierto que los pacientes que padecen mal de Alzheimer han comenzado desde hace años a recibir sesiones de “terapia”  utilizando perros, en especial los labradores.

En el caso preciso de pacientes con esta enfermedad, el animal, en este caso el perro, favorece el progreso y la calidad de vida de la persona afectada. Esta cruel enfermedad que avanza tan velozmente y que tanta gente padece cada vez más en todo el mundo, se considera que se ha convertido en una suerte de epidemia de este nuevo siglo. Pero para todos los animales están presentes y aquí juegan un papel fundamental.

El perro junto a pacientes con Alzheimer tiene una función de sumo valor y se ha vuelto una herramienta de terapia. Ya hace cien años se había comenzado a utilizar perros en psiquiátricos, pero es recién hoy que se corrobora la eficacia de los perros cuando se hallan junto a una persona afectada por este mal.

Para este tipo de enfermedad, se adiestran perros, generalmente labradores, para que puedan asistir al paciente de manera correcta. Por lo general se comienza con dos sesiones semanales en donde el perro y el paciente comienzan a conocerse y a estrechar una comunicación única y muy privada, en donde solo ellos saben qué sucede y qué sienten. Por supuesto que el paciente está siempre rodeado de gente especializada en el tema, y también por médicos quienes van evaluando los cambios en el enfermo y aún también en los familiares del mismo.

El enfermo con Alzheimer suele tener una profunda depresión que lo lleva a asilarse y a ensimismarse en su propio mundo haciendo caso omiso a médicos, amigos o familiares. Es así que los perros se han vuelto grandes aliados en estos casos en donde la esperanza renació.

¿Qué beneficios se obtienen?

A nivel emocional, se pueden observar en el paciente que a lo largo de la sesiones, va comunicándose con el perro y estrechando una fuerte unión al mismo tiempo que comienza a olvidar esa terrible soledad y asilamiento que tiene. A los meses, el paciente ya ve en el perro a su fiel e incondicional amigo, y en él proyecta sus recuerdos interactuando ambos de manera satisfactoria. Pasados de dos a tres meses, ya se puede observar en el paciente una predisposición más alta de comunicación, como asimismo un cierto interés hacia el trabajo y actividades manuales.

En estas sesiones se combinan ejercicios tanto físicos como mentales, siendo el perro quien funciona como el motor que empuja al enfermo a “despertar” su alegría y energía. Poco a poco el paciente comienza  con ayuda de sus médicos a realizar ejercicios, y de esta manera se favorece el tono muscular que siempre se ve atrofiado.

En cuanto a la parte psicológica, el paciente se siente más querido, siente que la gente lo ama, lo cuida, lo protege al igual que lo hace el perro. Así el enfermo comienza además a re aprender lo que ha olvidado, a disminuir su agresividad y su enojo propios del Alzheimer. Los perros ayudan a que su memoria se active y que el enfermo no se sienta ni invadido ni forzado a realizar alguna tarea planeada por los terapeutas.

Por supuesto que antes de presentarle el perro a un paciente , se lo prepara y se lo va mostrando de a poco hasta que lo acepta, lo comienza a desear, lo quiere tener a su  lado porque va sintiendo el amor que le trasmite mediante cada caricia que se anima  a darle y que el perro le retribuye incondicionalmente. Así es que a su vez se le enseña al perro a jugar con el paciente como si éste fuera un niño. Ambos pueden jugar con una pelota de tenis que arroja el enfermo y trae le perro por ejemplo. Hay muchos juegos, y lo que los terapeutas buscan es la interacción.

El perro logra todo aquello que el paciente se niega a hacer  con  los terapeutas. Por cierto son animales muy inteligentes, que saben cuándo dar y cómo hacerlo. Hay que informarse acerca de estas terapias a favor de la buena calidad del enfermo, y llevarla  cabo en todo el proceso de la enfermedad. El perro nunca dejará de ser mediador y sostén emocional de un paciente con Alzheimer.

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