El Cuidado de las bolsas anales en tu perro
Cuando tenemos perros, algo que dejamos muchas veces pasar por alto es observar que si se refriegan sobre el piso luego de defecar es porque hay molestias en las bolsas anales. Las bolsas o sacos anales se encuentran a cada lado del ano y se llena de un líquido color verde con un olor muy fuerte y a veces con materia fecal. Por ello es necesario entonces limpiarlos para evitar infecciones mayores. Se pueden producir abscesos, formación de pus, inflamación y todo esto puede acarrear la ruptura de la glándula anal.
La raza que más se ve afectada es la del caniche. Los Chihuahuas son también propensos a este tipo de problema. Son siempre los perros de pequeño tamaño los que mayor predisposición tienen a que se inflamen las bolsas. Algunos síntomas además del mencionado más arriba, son mucho esfuerzo para defecar, picazón y la mordedura del propio perro a su ano, o tendencia a lamerse mucho. Las causan que provocan estos síntomas son variadas y se puede deber a poco tono muscular en la zona del ano, a una diarrea o a heces blandas de manera crónica como asimismo a una constipación. En otros casos como el de los caniches ya es un problema que tienen desde que nacen.
Así es que antes estos síntomas llevar al can al veterinario quien palpará las bolsas anales y quizás encuentre liquido verdoso, amorronado con un olor nauseabundo y limpiará con un algodón y desinfectante toda la zona. En caso de haber pus le inyectará un antibiótico y antiinflamatorio porque el perro se siente molesto y es necesario que ceda la inflamación. Luego habrá que volver a llevarlo para que sea controlado. Este procedimiento se debe realizar una vez cada mes y medio. Si el veterinario encontrara líquido más rojizo y de marrón muy oscuro puede que las glándulas anales estén totas, y en este caso habrá que recurrir a una operación con el fin de extirparlas. Generalmente esto sucede si no observamos al perro habitualmente, puesto que si notamos algunos de los síntomas nombrados nada malo le va a ocurrir.
No olviden entonces que los perros pequeños y con rabo corto son más propensos a este tipo de problema. Lo ideal es que despidan este líquido que se forma en las bolsas anales cuando defecan, pero al no hacerlo se va acumulando produciendo este tipo de infección. En los gatos también suele suceder pero con mucha menos frecuencia. No dejen de vigilar al perro luego de que haya defecado para ver si arrastra la cola contra el piso o se lame. Y atención si el perro es obeso, porque entonces tendrá aun más posibilidades de padecer este tipo de trastorno. Luego de estar bien el animal, el veterinario indicará una dieta a base de fibras y otros productos adecuados para una buena defecación. Por otro lado es más normal esta infección en machos que en hembras. Controlen a su mascota, y ante cualquier anomalía consulten al veterinario para que la situación no llegue a mayores porque sepan que este líquido que se acumula en las bolsas anales es muy moleta y hasta dolorosa para todo perro.
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