Las responsabilidades del niño sobre el cuidado de las mascotas

Los beneficios de tener una mascota para los niños
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Las responsabilidades del niño sobre el cuidado de las mascotas

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Contar con una mascota en la familia seguramente es una experiencia muy enriquecedora para los pequeños, por motivos diversos. Si estás pensando en adoptar una mascota para el disfrute de tus hijos pequeños, conoce los motivos por los que es una grandiosa idea.
Si bien un cachorrito o un gatito es un gran compañero de juegos, lo cierto es que también implica asumir un compromiso, por eso la primera ventaja es que podemos ayudar a nuestros hijos a ser más responsables, a prestar atención a sus cuidados y necesidades.
A medida que el niño crece, sus responsabilidades sobre el cuidado de las mascotas pueden aumentar. Aquellos que aprendan a asumir responsabilidades acordes para su edad van a ganar confianza en sí mismos.
Las mascotas necesitan ejercicio diario, lo que ofrece a la familia momentos de juego y diversión juntos, lo que llamamos “tiempo de calidad”, una invalorable interacción familiar. Además, jugar con la mascota es una gran alternativa a pasar horas y horas frente al televisor, la computadora, tabletas y otros.
El cariño generado hacia la mascota ayuda en la madurez emocional. «Las interacciones positivas entre niños y mascotas ayuda a desarrollar habilidades de comunicación no verbal, compasión y empatía», señalan expertos.
A nivel de salud, son diversos los estudios que afirman que aquellos bebés que crecen en un hogar donde hay mascotas, tienen una tendencia menor a desarrollar alergias. Todo indica que una exposición temprana y constante a los alérgenos que generan perros y gatos – se supone que es una especie de “caspa” o micropartículas de células epiteliales muertas los que desatan la reacción en algunas personas –, hace que los niños pierdan sensibilidad y finalmente no desarrollen la alergia.
Claro que los padres deben acompañar el proceso de adoptar una mascota, eligiendo aquella que se adapte a la realidad familiar en cuanto a espacio físico, horas de dedicación, y facilitar la satisfacción de las necesidades básicas del animal como alimento, agua, vacunas, controles con el veterinario, paseos, higiene, entre otros.
La participación del niño debe ser adecuada a su edad, ya que – por ejemplo – un niño de dos años puede ayudar con algunas tareas, como darle el alimento, pero nunca debe quedarse solo porque no entiende completamente los límites con su amigo, y podría ponerse en peligro, ya que nunca hay que olvidar que son animales.

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