Aseo del Gato con su Propia Lengua
El Aseo en los gatos
Todos los representantes de la familia de los Félidos, y el gato no habría de ser una excepción, pasan muchas horas dedicados al cuidado de su hermoso y abigarrado pelaje, con la única salvedad del león, que, a pesar de no poder ser calificado como escrupuloso en el aseo, también procura mantener la capa suficientemente limpia y exenta de los parásitos que cruelmente se ceban en el llamado ‘rey de la selva’.
En los gatos, el estado y brillo del manto es un indicador de estados carenciales, enfermedades y afecciones delatadas por el aspecto sucio, desaliñado y desigual del pelo, que aparece además aplastado y mate, contrastando con el aspecto suelto, esponjoso, brillante y realmente magnífico de los ejemplares sanos, en plenitud de facultades.
Desde cachorros, estimulados por los lenguetazos de su madre, los gatitos aprenden a ‘peinarse’ y ‘lavarse’ con su propia lengua o ayudados con las extremidades delanteras en las zonas del cuello, cabeza y cara, donde obviamente no llegarían sin ese auxilio. Estas actividades de los animales sanos provoca la ingestión de los pelos muertos, y en las épocas de ‘caída natural’ supone la formación de auténticas bolas en el interior del aparato digestivo, que no parecen provocar normalmente disfunciones importantes.
Algunos felinófilos, e incluso científicos zoólogos, aseguran que estos pelos tragados por los gatitos al efectuar su minucioso aseo favorecen la digestión de los alimentos y contribuyen a mantener un próspero estado sanitario del felino.
Las razas de lujo con larga capa, como los persas, son capaces por si mismas de realizar su higiene cotidiana, pero lógicamente la cantidad y calidad de los pelos ‘superfluos’ puede aconsejar la administración quincenal de una cucharadita de aceite de oliva virgen de las llamadas ‘de moka’, que se dará en ayunas al animalito, favoreciendo la lubricación del aparato digestivo y, sobre todo, del intestino.
Cosmética y atenciones para nuestro gato: Pocos animales domésticos podemos encontrar que necesiten menos cuidados diarios a excepción del suministro de agua y alimento que los divertidos mininos. Sin embargo, los representantes de las razas persa, angora y birmana agradecen el cepillado diario suave, realizado con un instrumento especial flexible que esponja la capa y permite la localización de parásitos o cuerpos extraños. El esmero en la autolimpieza a veces puede ser un peligro. Una loción insecticida o antiparasitaria, rociada generosamente sobre la piel del gato, no tardará en pasar al estómago gracias a los lenguetazos que el propio animal se prodiga instintivamente. Este punto resulta crucial para el propietario inexperto, que nunca debe olvidar la inocuidad absoluta que tendrán las lociones o jabones con que cuide a su interesante pupilo.
El baño no debe ser práctica usual, y únicamente ha de ser empleado cuando el animalito se haya ensuciado mucho o bien la lejanía en el tiempo del último chapuzón asi lo aconseje. Con un ‘champú’ para bebés, agua tibia y aclarando suficientemente se realiza esta operación, que será seguida por un rápido secado efectuado con una toalla suave y finalizado por un secador eléctrico para el cabello humano.
Los ojos de algunas variedades pueden presentar legañas marrones, que se limpiarán con un bastoncito ótico para bebés, impregnado con manzanilla amarga en infusión templada, solución de agua boricada o con agua salada a razón de 5g. de sal gorda disueltos en un litro de agua tibia.
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