Entendiendo el lenguaje del conejo
Ni perro ni gato, el conejo es un animal un tanto exótico que, si bien puede ser el compañero ideal como mascota domestica (sobre todo si no disponemos de un hogar muy amplio), a veces puede ser incomprendido o pasar por “antipático”.
Si somos nuevos dueños de un conejo y nunca tuvimos uno como mascota antes, es fundamental que nos tomemos el tiempo de estudiar y aprender sobre sus hábitos, su adecuada alimentación, cuidado y sus formas de comunicarse con los humanos.
La belleza y ternura de este animalito es indiscutible, capaz de conquistar a cualquier niño y ablandar a cualquier adulto (sobretodo aquellos que recordamos a Tambor del film clásico de Disney “Bambi”, estrenado en 1942), pero nos equivocamos si creemos que ser bonito, peludo y suave es lo único que estos animales tienen para ofrecer. Es equivocado compararlos con especies más demostrativas y dispuestas, como la de los perros.
Los conejos son animales muy inteligentes, y su independencia no debe confundirse con apatía o falta de entendimiento. Ellos tienen su propia manera de comunicarnos alegría, temor, simpatía o tristeza, solo debemos tomarnos el tiempo de mirarlos y aprender a interactuar con ellos. Por ejemplo, supongamos que nos acercamos a nuestro amigo con la intención de alzarlo y darle mimos, y el, en vez de dejarse agarrar, comienza a correr de un lado a otro, dando saltos en el aire y sacudiendo sus orejas; esta es su manera de comunicarnos su felicidad por vernos. No debemos interpretarlo como rechazo de que lo agarremos, sino que con sus saltos transmite su felicidad.
¿Qué tal si el viene a nosotros, y cuando atinamos a acariciarlo o alzarlo, echa a correr desafiante?
¿Otro rechazo? Para nada, es su manera de invitarnos a jugar al “pilla, pilla” o “la popa”. No es que no disfrute de nuestras caricias o realmente nos vea como una amenaza y nos tema, al contrario, nos tiene confianza y quiere que juguemos a perseguirlo. Cuando finalmente lo alcancemos, si tocamos suavemente su cola, veremos cómo pega un salto divertido y sigue corriendo en su juego, ya que lo disfruta como parte de su naturaleza.
Hay muchos otros comportamientos habituales que demuestran simpatía. Si nuestra mascota se acerca y nos da unos golpecitos con la cabeza, esa es su manera de saludarnos. O si nuestra mano esta relajada y el mete su cabeza entre nuestros dedos, esa es su forma de pedir por unos mimos. En cuanto a sonidos, los conejos también “ronronean”. Si los tomamos en nuestros brazos y acariciamos hasta que entren en esa especie de “trance” de completa relajación, luego podremos escucharlos hacer unos ruiditos suaves con su hocico, similares a un ronroneo. Es obviamente señal de estar totalmente a gusto. Un poco menos indescifrable es cuando los vemos refregar su mentón por los muebles o espacios de la casa: están marcando su territorio, de manera similar a como puede hacerlo un gato.
¿Qué tal ponerse en dos patas y mirar a su alrededor?
Además de ser muy gracioso y recordarnos a una suricata, el conejo está observando su entorno, buscando una mejor perspectiva. Si por ejemplo escondemos algo de el en un lugar elevado, lo veremos hacer esto tratando de encontrar el objeto en cuestión.
Si el animal no está tan contento, sus señales también serán claras. Si nos metemos de repente en su “espacio” esto puede no agradarle, y podrá darnos un empujón fuerte con la cabeza, como echándonos del lugar. En ocasiones incluso podrá dar un pequeño mordisco si está enfadado porque estamos haciendo cambios en su entorno (a los conejos les encanta tener todo en su lugar y no les agrada que movamos sus cosas). Por otro lado, los sonidos negativos son los chillidos agudos, que pueden indicar mucho miedo o dolor, pero es muy poco común que esta especie los emita.
En la interacción con los objetos, podemos encontrar el mordisqueo frenético de los barrotes de la jaula, que puede ser un reclamo por salir a estirar las patas o como un método de afilarse sus dientes. Y también el lanzamiento al aire de comederos u otros elementos plásticos, que serán reclamos por más comida, o simplemente juego, ya que adoran lanzar las cosas al aire, incluso en el silencio de la madrugada, así que cuidado con dejar objetos metálicos o pesados al alcance que puedan despertar a los vecinos si esto sucede.
Como todos los animales, los conejos tienen su propio lenguaje y particularidades. Solo se trata de ser buenos amos y pasar el tiempo suficiente con ellos para brindarles el afecto y atención que necesitan, y sobretodo aprender a entenderlos y comunicarnos con ellos de manera gratificante para ambos.
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