Las aves intuyen los tornados
Unos científicos estadounidenses descubrieron accidentalmente que las aves pueden anticipar la llegada de un tornado, mientras estaban probando si estos animales de poco peso podían llevar geolocalizadores en sus espaldas. En esa ocasión, las aves despegaron de sus nidos de cría en las montañas Cumberland, al este de Tennessee, mientras en el lugar se abatía una gran tormenta.
El estudio fue publicado en “Current Biology” y describe que el chipe alidorado o reinita alidorada supo anticipadamente que una tormenta con 84 tornados, que mató a 35 personas la pasada primavera, iba a llegar al lugar donde ellas se encontraban. Estas aves abandonaron el lugar mucho antes de que llegaran las tormentas.
Estos pájaros abandonaron sus territorios de cría más de 24 horas antes de la llegada de la tormenta. El chipe alidorado viajó 1.500 km en cinco días para evitar los tornados que se avecinaban. Los investigadores sospechan que lo hicieron al detectar el infrasonido asociado con el mal tiempo, éste se produce a un nivel muy por debajo del rango de audición del ser humano. Los meteorólogos y físicos han sabido durante décadas que los tornados generan un infrasonido muy fuerte que puede viajar a miles de kilómetros, exactamente a la misma frecuencia que pueden oir las aves.
Con esta experiencia queda demostrado que las aves que siguen rutas migratorias anuales también pueden realizar viajes no planeados en otras épocas del año, cuando las condiciones lo requieran. Esto significa que estos animales están preparados para enfrentar las consecuencias del cambio climático.
Seguramente este comportamiento les cuesta energía y tiempo que deben dedicar a la reproducción. El consumo de energía de las aves en los viajes, es solo una de las consecuencias que deben sufrir a causa de la actividad humana. Durante el próximo año este mismo equipo de investigadores dotará a los chipes alidorados de geolocalizadores para averiguar dónde pasan el invierno y cómo llegan allí y vuelven.
Aunque está demostrándose que, tanto las plantas como los animales se adaptan al cambio climático, en el pasado la adaptación de las especies a dichos cambios se producía fundamentalmente desplazando su rango geográfico a mayores o menores latitudes, en función de si el clima se estaba calentando o enfriando, o hacia arriba y hacia abajo en hábitats montañosos.
Había también respuestas evolutivas (los individuos que eran más tolerantes a las nuevas condiciones sobrevivían, de modo que hacían a las futuras generaciones también intrínsecamente resilientes). Ahora, este tipo de adaptación en la mayoría de los casos simplemente no será posible o no será adecuado para la adaptación. El cambio global es simplemente demasiado omnipresente y está ocurriendo demasiado rápido. El tiempo se agota y las especies no tienen dónde correr o esconderse.
Esto se debe fundamentalmente a que el calentamiento provocado por el ser humano está siendo muy rápido y se espera que se acelere; y por otro lado está demostrado que los ecosistemas en el s. XXI se encuentran ya alterados y han perdido resiliencia. La mayoría de los hábitats están ya degradados y sus poblaciones reducidas precisamente por la actividad humana.
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