Identificar las Aves por su Canto

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Identificar las Aves por su Canto

El canto

Los animales se comunican de muy diversas maneras: mediante señales visuales, olorosas o sonoras. En muchos de ellos la forma que prevalece es la acústica. Así, los insectos disponen de órganos productores de sonidos agudos, y otros, como los mamíferos, disponen de una laringe con un órgano vocal muy diferenciado. No obstante, entre los vertebrados las aves son, sin duda, los mejor equipados. Tienen un sentido del olfato muy rudimentario, por lo que emplean principalmente las señales acústicas y visuales para su comunicación. Poseen una estructura anatómica especial en la tráquea que les permite distintas vocalizaciones. A diferencia de los demás vertebrados, en las aves la laringe no interviene en las emisiones sonoras, participando como máximo en la resonancia.

En el caso de los paseriformes o aves canoras se ha desarrollado un órgano especial llamado siringe, que permite las vocalizaciones más complicadas y elaboradas, y gracias al cual es posible disfrutar de los melodiosos cantos de muchas especies, como canarios y ruiseñores. Este órgano, que puede presentar formas muy diferentes, está situado en la base de la tráquea, en el punto donde se bifurcan los dos grandes bronquios, aunque su posición varía ligeramente según los distintos grupos de aves. El sonido se produce gracias a un mecanismo en el que interviene la respiración, además de diversos órganos respiratorios y músculos. Otras aves, en lugar de siringe, tienen modificada la tráquea, lo que permite a grullas, cisnes y patos producir los sonidos que se escuchan en los humedales.

Las aves pueden emitir una gran cantidad de sonidos distintos y con diferente significado para poder comunicarse entre ellas: cantos para atraer a la pareja o marcar el territorio; reclamos para llamar a un individuo de la misma especie, de contacto para mantener una bandada o grupo de aves unido, o de súplica cuando los pollos piden comida a sus padres; voces de alarma ante una amenaza o depredador para avisar al resto de sus congéneres, e imitaciones de los sonidos de otras especies de aves, entre otras posibilidades.
Ciertas especies pueden producir sonidos con otras partes del cuerpo, que también ayudan a identificarlas. Por ejemplo, las alas del sisón producen un “siseo” en vuelo muy peculiar y fácil de diferenciar. Igualmente las cigüeñas producen un “crotoreo” al chocar las dos partes del pico, o los pájaros carpinteros “tamborilean” al golpear los troncos de los árboles.

Sonogramas, sonidos sobre el papel
Los sonidos que emiten las aves pueden ser reproducidos sobre el papel: son los sonogramas, representaciones gráficas de las frecuencias con las que se emite un canto durante un tiempo. Este dibujo del sonido puede ayudar a diferenciar cantos muy similares.

Las voces y cantos se caracterizan por una serie de parámetros: la frecuencia o el tono indica si el sonido es agudo o grave; el timbre marca la calidad del sonido, por ejemplo, si es aflautado, metálico, áspero o estridente; el ritmo consiste en la organización de los motivos sonoros, y la intensidad señala la potencia del canto, y es lo que hace que se escuche a mucha o poca distancia. Finalmente, se puede determinar la duración del canto: secuencias largas o cortas, silencios, cantos continuos, etc. Todos éstos aparecen en el sonograma.

Identificación de las aves por sus cantos

Hay muchas especies de aves que son difíciles de ver pero fáciles de oír, por lo que muchas veces son los sonidos los que ayudan a detectar su ubicación. Esto es especialmente importante en áreas con vegetación densa, como bosques de ribera, carrizales o zonas con abundante sotobosque, donde escuchar las aves permite aprovechar mejor las salidas y excursiones ornitológicas. Pero también es imprescindible en zonas abiertas, aunque no lo parezca, puesto que en este medio habitan especies casi invisibles, como la alondra Ricotí, sólo detectable por su canto.

Identificar todos los sonidos que producen las distintas especies requiere años de práctica, paciencia y buen oído. Sin embargo, hay una serie de técnicas que facilitan este aprendizaje, y que permiten de forma sencilla identificar unas 60 ó 70 especies diferentes. Lo mejor es comenzar con los cantos más comunes y fáciles. Conviene elegir un hábitat o ambiente que se frecuente, teniendo en cuenta que cada hábitat es ocupado por un grupo de especies concretas. Cuando se perciba la presencia de un ejemplar, hay que buscarlo, identificarlo y permanecer todo el tiempo posible viéndolo y escuchándolo a la vez: ésta es la regla más importante para poder asociar canto y especie. Los hábitos de las especies también son útiles a la hora de identificarlas: si canta desde las ramas, en vuelo, en la espesura de la vegetación, al amanecer o al alba, durante todo el día, por la noche, etc.

Resulta aconsejable hacer un listado de las especies que se observen y oigan en el campo, entrar en la guía de este CD y repetir dos o tres veces el canto de cada una. Este CD no está pensado para escucharlo desde el principio hasta el fin como si fuera un disco de música; de lo que se trata es de utilizarlo como una obra de consulta.

Los cantos pueden interpretarse como frases. Es una buena práctica intentar recordarlos asociándolos con sílabas, palabras, frases o sonidos reconocibles o emplear alguna regla nemotécnica. Por ejemplo, el pito real parece que relincha como un caballo o que se ríe con una carcajada. Algunos nombres comunes están relacionados con el canto que emiten algunas aves: los cucos hacen “cu-cu” y las bisbitas suelen emitir un típico “bis-bis-bis”. En este CD se han recogido algunas de estas reglas empleadas habitualmente entre los ornitólogos.

Para la mayoría de las especies de aves se cuenta sólo con información parcial y excesivamente dispersa en el tiempo como para conocer las tendencias reales de sus poblaciones. Sólo existen seguimientos detallados para muy pocas especies (muchas en peligro de extinción), y sólo se constatan casos de pérdida de biodiversidad en las situaciones más extremas, como la extinción de especies. Por esta razón, es preciso desarrollar una importante labor básica de censos y seguimiento de las poblaciones de aves en España para conocer el verdadero estado de conservación de todas y cada una de las especies.

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