Los Colibríes son Conocidos con Varios Nombres

Los colibríes son conocidos con varios nombres
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Los Colibríes son Conocidos con Varios Nombres

AVES DELICADAS

Los colibríes son conocidos con varios nombres: picaflor, beijaflor, kolibri, hummingbird, o por su denominación científica como Trochilidae. Pero en todos los casos las palabras describen lo mismo, una maravilla de la naturaleza americana.

Cuando los primeros europeos llegaron al "nuevo mundo" de aquellos tiempos fueron sorprendidos por la existencia de estas aves mínimas. Al principio las confundieron con insectos, asombrados por su capacidad de vuelo y por su dedicación a las flores, donde obtienen su alimento.

Desde entonces los colibríes maravillan a la gente. Aparecen en numerosas estampillas del mundo, son sujetos habituales de cuadros y fotografías, y llevan a muchos a diseñar mecanismos para atraerlos a bebederos artificiales de néctar. Sin embargo, en países como Estados Unidos está prohibido tenerlos como mascota.

La familia Trochilidae, que como ya dijimos está compuesta exclusivamente por americanos desde Alaska hasta Tierra del Fuego, tiene como integrantes a unas 328 especies catalogadas.

En Internet existe abundante información sobre la biología de los colibríes y sobre cómo atraerlos para gozar de su presencia, la mayor parte agrupada bajo la palabra clave en inglés: hummingbird.

En los portales podemos leer que el colibrí más grande pesa 20 gramos y vive en América del Sur, mientras que el más pequeño alcanza 2,2 gramos en Cuba. Y que una de las especies interesantes es la de la isla chilena de Juan Fernández, cuyo picaflor sólo habita en ese territorio a 600 kilómetros de la costa.

El vuelo del colibrí es sorprendente. El batir de alas es tan veloz que apenas se intuye. Eso les permite alcanzar grandes velocidades, pero también realizar proezas como detenerse o retroceder.

Toda esa capacidad de los colibríes implica un metabolismo acelerado y un gran consumo de energía. Para compensarlo toman abundante agua, y se alimentan unas 300 veces al día. Según uno de los sitios web, para un humano sería como comer 130 kilos de pan y beber 150 litros de agua…

Por otra parte, se trata de una especie muy valiosa para la naturaleza. Como nos explica un sitio brasileño, los colibríes "minúsculas aves sensibles", cumplen un papel crucial en el proceso de polinización de las plantas

JOYAS ALADAS

Las primeras noticias que los europeos tuvieron sobre los picaflores, aves exclusivamente americanas, provinieron de la pluma del mismo Colón que anotó sobre ellos en su bitácora, describiéndolos sucintamente como una rareza más entre los tantos animales exóticos que llamaron su atención. Apenas unos años después, unos ejemplares embalsamados eran embarcados hacia Roma como obsequios para el Papa de turno, en una muestra de la extravagante belleza del Nuevo Mundo.

Al principio los picaflores eran difíciles de encajar en las categorizaciones previas que clasificaban el mundo animal. Los naturalistas tenían serias dudas sobre si se trataba de insectos o pájaros, y más de uno decía que estaban a mitad de camino. La situación puede movernos a risa hoy día, pero hay varios argumentos que los defensores de la primera postura podían esgrimir para sostenerla, o al menos para confundir a sus detractores. Así por ejemplo el brillo metálico del cuerpo, el batir invisible de las alas y el hábito de alimentarse de néctar, son características que en su conjunto no se repiten en ningún otro grupo de aves, pero que vuelven a presentarse en las abejas y otros muchos artrópodos. Cuando dos picaflores se pelean, dan vueltas y se elevan tal como lo hacen las mariposas. Tampoco son ariscos como el resto de los pájaros, y su mansedumbre recuerda bien a la de los insectos, incluso cuando revolotean cerca y uno procura tomarlos, esquivan el brazo de manera idéntica a una mosca.

Numerosos cronistas y exploradores posteriores que hicieron sus incursiones en el nuevo continente, se esforzaron por tratar de formar en sus compatriotas del otro lado del océano una idea de la belleza del colibrí. Pero ninguno, y a pesar de que los artistas suelen ufanarse de imitar a la naturaleza, pudo representarlos con justicia. No hubo, ni hay, pintor capaz de capturar en sus láminas los gráciles movimientos, la nebulosa de sus alas o los tornasoles del plumaje, ni escritor alguno logró describir, ni lo intentaremos nosotros, la inefable belleza de estas verdaderas “joyas de la naturaleza” como Buffon los llamó.

La familia de los picaflores

Los colibríes conforman la familia de los Trochilidae, integrada por unas 328 especies que en su mayor parte viven en la región tropical, principalmente en la cordillera de los Andes, donde el grupo alcanza la más amplia diversidad. En una provincia tan austral como La Pampa sólo encontramos 5 especies, todas bastantes raras y difíciles de hallar, excepto por el picaflor verde (Chlorostilbon aureoventris) que es una presencia habitual en parques y jardines y en ambientes naturales cercanos el agua.

Los picaflores mantienen varios records dentro del mundo de las aves. El más pequeño por ejemplo, un colibrí cubano del tamaño de un abejorro, no llega a pesar 2 gramos, por lo que merecidamente puede llevarse el título de peso pluma. En el otro extremo, el picaflor gigante (Patagona gigas), otra de las especies que podemos encontrar en nuestra provincia, es el mayor dentro de la familia, alcanzando los 20 gramos de peso y unos 18 cm de longitud, lo cual tampoco es mucho decir.

Sin embargo, y a pesar de la pequeña talla, son aves aguerridas que están peleando constantemente en defensa de sus territorios y de sus recursos alimenticios, empleando pico y uñas. Ocasionalmente atacan especies que superan varias veces su tamaño como un benteveo o un halconcito colorado. Los aztecas, conocedores de estos rasgos de agresividad y de notable valentía, los relacionaron con Huitzilopochtli, dios de la guerra, cuyo nombre en náhuatl, la lengua de estos indígenas, significa “colibrí de la derecha” (la derecha hace referencia al sur, donde se ubicaba el mundo espiritual). En los códices esta divinidad se representa con un tocado de plumas de picaflor que lo adorna. Algunos reyes aztecas vestían mantos completamente confeccionados con pieles de colibrí, los cuales además su función ornamental, tenían la propiedad de inmunizar a su portador de hechizos y brujerías.

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