El perro Nevado, la mascota de Bolívar

Foto del perro de Simón Bolívar
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El perro Nevado la mascota de Bolívar

Nevado es el nombre del que había sido el fiel can del Libertador Simón Bolívar, que lo acompañó durante muchas batallas y otras travesías y aventuras. Es “el perro nacional de Venezuela” y sus estatuas y relatos son prueba de la importancia de esta fiel mascota en la vida de un personaje tan importante como es “El Libertador”.

 El Encuentro

Bolívar y Nevado unieron sus destinos cuando el prócer recorrió los Andes venezolanos durante la Campaña Admirable del año 1813. Este can de raza mucuchíes habría sido el regalo de un campesino del pueblo de Mucuchíes -en Mérida, Venezuela- luego de la Batalla de Niquitao –de la campaña antes mencionada-.

Según cuenta la historia, Bolívar habría quedado impresionado por el candor y valentía del animal –todavía cachorro- cuando, pasando con su tropa camino a la Hacienda Moconoque, el can se interpuso ante ellos y confrontó a todos los hombres armados de fusiles y lanzas.

Así fue como Bolívar se acercó al dueño de la hacienda, Don Vicente Pino, con el objetivo de requerir un perro como regalo, tras lo cual Nevado fue entregado al que sería su amado dueño. Pero el can no venía solo. Lo acompañaba su cuidador, un indígena bajo el nombre de Tinjacá, quién era su entrenador también.

 Camino a Caracas

Así fue como Nevado comenzó a compartir junto al Libertador camino a Caracas. Batalla tras batalla, compartieron numerosas experiencias –muchas de vida o muerte- que han perdurado por el tiempo por su candidez.

Entre medio de las historias que vivieron juntos, se cuenta que en plena batalla, Nevado ladraba fuerte, dejando que sus ladridos sobresalieran sobre el fragor de la batalla, dando ánimo a su dueño.

Cuando Bolívar entró triunfante a Caracas en 1813, recibió el aplauso y admiración del pueblo de la mano de una lluvia de flores que lanzaban, muchas de las cuales caían sobre Nevado. El Libertador afirmaba que el perro también merecía el homenaje representado en esas flores.

Ya en la batalla de La Puerta en el año 1814, Nevado y Tinjacá habían sido capturados por Boves, aunque pudieron escapar al poco tiempo. Sin embargo, transcurrieron seis años para que Nevado y Tinjacá se reencontraran con Bolívar. Al parecer, esta captura realizada por el Ejército Realista no terminó con la muerte de ambos ya que pensaban que a través del perro iban a poder atrapar a Bolívar; planes que quedaron frustrados tras el escape de ambos.

 La Tragedia

La tragedia ocurrió en la Batalla de Carabobo del 24 de junio de 1821. Tinjacá, quién había sido apodado por los oficiales del ejército como “el edecán de Nevado” –o “…del perro”- falleció tras intentar rescatar al can de un terrible final. Por desgracia, Nevado cayo presa del fuego de la batalla y pereció junto a su fiel cuidador.

Después de la gloriosa batalla que logró la libertad definitiva de Venezuela, dos soldados se acercaron al Bolívar para comunicarle la noticia de que Tinjacá estaba mal herido, y también Nevado. Se cuenta que Bolívar lanzó su caballo al galope hasta el sitio en la llanura donde le habían señalado que se encontraban. Pero al llegar, Tinjacá miró al Libertador tan bien como las lágrimas en sus ojos le permitieron y sólo pudo decirle: “¡Ah! Mi General… ¡Nos han matado al perro!”.

Bolívar vio a Nevado en la trágica imagen y quedó sin palabras. El famoso historiador de Mérida, Tulio Febres Cordero, relata que en los ojos del Libertador brilló una gran lágrima de dolor.

 

Así fue como Nevado ha vivido junto a su dueño numerosas batallas, sitios, campamentos, triunfos y derrotas, siempre acompañados por Tinjacá. Se cuenta también que el can era negro azabache, con orejas, lomo y cola blancos, toque que recordaba a la cresta nevada de los páramos andinos y motivo de su característico nombre. Así, el ávido can correteaba de lado a lado del alto caballo de guerra de Bolívar por campos y ciudades.

 

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